
En los tiempos que corren hay algo que para mi se esta volviendo más valioso que el mismos oro y no es otra cosa que la sinceridad.
La sinceridad es algo que valoramos pero que a su vez evitamos ya que es dolorosa. No nos gusta que nos digan que nos estamos equivocando, que no caemos bien o que, simplemente, hemos cogido unos kilos. Todos decimos ser sinceros pero en nuestras relaciones evitamos usar tan preciada cualidad para evitar encontronazos con la gente. Solemos suavizar las opiniones y las posturas para que parezcan mucho menos ofensivas. Sobreponemos el evitar causar un daño que va a ser para mejor en esa persona por las posibles consecuencias que nos puede acarrear.
¿Quien sabe lo que puede beneficiar un comentario? Si alguien que tiene un problema de sobrepeso y se lo comentamos con toda la buena fe del mundo, ¿no tendrá que agradecérnoslo a la larga? Parece que no, que se va a enfadar y que pensara que somos unos criticones. Igual que algún amigo al que llevéis meses llamando para quedar y siempre os de largas, ¿no es mas fácil decir que no quieres quedar porque no te interesa?
Todo seria mas fácil si todos fuéramos capaces de aceptar una sinceridad que duele como la vida misma. Si esto se cumpliera con el tiempo se perderían tópicos estúpidos y cotidianos de nuestra vida que muchos estamos hasta los mismos huevos de aguantar.
Pensad en ello un buen rato, pensad en las veces que hubierais preferido que os contaran la verdad en lugar de ponerle un chapucero disfraz. Pensad bien en las veces que no habéis sido sinceros/as ocultando bajo mentiras vuestra opinión para no resultar molesto. Ahora preguntaos ¿Vale la pena? Yo sinceramente creo que no y, quizás no a niveles tan bajos pero si a cosas mas relevantes, seguiré intentando ser lo mas sincero que pueda.